de Portafolio

Baño de profesoras

Por Valentina Muñoz López

Caravana

Soy una mujer empoderada que ha sabido salir adelante. Si supieran... Yo fui violentada y abusada por mi exmarido. Ya ni sé cuánto me costó salir de ahí. Es difícil. ¿Por qué tanto?

Estas profesoras... Yo no sé por qué dejan la mierda en la escobilla para limpiar el wáter. La última vez, tuve que sacar una copa. Una copita, esas cosas nuevas para cuando andan con la regla. Estaba envuelta en papel Confort al fondo fondo fondo. Fue asqueroso. Tan asqueroso que me puse guantes para limpiar bien. Como nunca, porque no me gusta usar. La mierda se limpia a manos, hay que sentirla.

Por eso las acusé a todas. Hasta tomé fotos. La rectora las llamó a una reunión y mostró la evidencia diciendo que ya era el colmo, y que no podía ser que yo tuviera que sacar tanta suciedad del wáter. Que me tuvieran más respeto. Que no por ser auxiliar de aseo tenía que limpiar semejante barbaridad. Es chora la rectora; no tiene pelos en la lengua. Igual, siempre tengo que sacar la cochiná del fondo fondo.

La gota que rebalsó el vaso en mi matrimonio fue cuando mi exmarido me pegó delante de mi hijo, y este, para defenderme, se puso a pelear con su papá. No logro aún comprender cómo llegué hasta ahí. Recuerdo a mi hijo y su cara como desfigurada mirando a su papá, y no sé, algo me pasó dentro que me hizo reaccionar. ¿Quién ha vivido algo así como yo? Bueno, yo creo que somos varias, sobre todo, de mi edad. Es que una aguanta, po’; una prefiere aguantar.

Yo por eso digo que soy una mujer empoderada y que he sabido salir adelante. He tenido harta fuerza para dejar a mi exmarido y darles a mis hijos una vida mejor. Y sin peleas ni esos tratos que nos daba.

Hoy no hay nada como llegar a mi casa, darme una duchita calentita, tomar once rica, y acostarme en las sábanas limpias y olorocitas de mi cama bien estirada.

Me levanto todos los días a las cinco de la mañana. Mientras me baño, ventilo la pieza con las ventanas bien bien abiertas y, luego de vestirme, lo primero es hacer la cama. Después, vuelvo al baño, lo limpio con cloro y Cif de limón, y lo dejo impecable. Teniendo eso ya hecho, empiezo el día.

El colegio es mi trabajo principal, el que me come la mayor parte del tiempo. Pero también hago el aseo en una casa los sábados y los domingos; no es todo el día, solo un ratito, en las mañanas, hasta como las dos o tres de la tarde. Dependiendo de cuánto tiempo eche, luego ya tengo libre para el orden y la limpieza de mi casita.

Me gusta trabajar. Me gusta venir pa’ este colegio. Yo llevo aquí más de diez años. ¿Tanto? Es caleta igual. Me conozco todos los cahuines. Me acuerdo perfecto de la contadora anterior, esa que ahora tiene orden de alejamiento porque se robó no sé cuánta plata. Ese fue el manso escándalo aquí. Hasta los vecinos y apoderados se enteraron. La gente esta... Dueños de colegio y con mañas de gente pobre. Quién lo diría…

No, si claro está que la plata no hace la felicidad. Yo, por ejemplo, aunque gano un poco más con esa casa que veo los fines de semana, no quiere decir que ese dinero me haga más feliz. O bueno, puede que sí. Porque puedo pagar mis cosas y darme algunos gustitos en mis tiempos libres. Me gusta ir al almacén de mi cuadra y probar distintos aromas de desinfectantes. El dueño ya me cacha el gusto ese y hasta me avisa cuando hay uno nuevo.

Yo he pasado muchas cosas terribles. Por eso, hoy en día, soy una mujer fuerte y me siento orgullosa de mí.

No tengo miedo de acusar a las profesoras que dejan los baños como los dejan. Yo sé que soy la que limpia, lo tengo reclaro, pero no tengo por qué limpiar esa clase de mierda. Es que, de verdad, a veces se pasan las profes. Con tanto estudio y cosa, al final, dejan la mierda igual.

La otra vez fue caca. Parece que una profesora estaba con churrete y entiendo que le pueda ocurrir, ¿a quién no le ha pasado?, pero de ahí a dejar así de sucio un baño... Es de cochinas, po’. ¿No les dará vergüenza?

Muchas veces limpio la mierda ajena. Es cierto. Es parte de mi trabajo, de mi labor. Yo misma me presento a trabajos de ese tipo porque me gusta hacer las cosas sola. Limpio las cagás sola y dejo todo impecable, pero también me asqueo y me enojo cuando se pasan de cochinos.

Yo, al final, crie sola a mis hijos. Los saqué adelante y son los dos profesionales. Uno es profesor, la otra es contadora. Sé también que no dejan las cagás que dejan estas profesoras. Lo sé porque aún viven conmigo y limpio sus baños. Nunca he limpiado algo así en ellos, estoy segura. Bueno, solo cuando eran cabros chicos, pero todas las mamás limpian la mierda de sus hijos cuando chicos, ¿no?

Mi casita tiene dos baños y decidimos que uno era para Matías, mi hijo mayor. El otro para Camila y yo. Los baños de la casita que tanto me costó tener. Igual y la sigo pagando, pero me queda súper poco para terminar. Por eso trabajo tanto y me gusta hacerlo. Porque con estos trabajos pago mi casita, la casita en la que vivo con mis hijos y que mantenemos terrible linda. De eso todos nos preocupamos. Desde que se fue mi exmarido de la casa, hasta el aroma cambió. Es impresionante cómo una persona deja sus olores. Ese hombre olía a agua pasada de flores, a cigarro mojado; sobre todo, cuando llegaba a pelear. Ahora la casa huele a nosotros solamente. Y los baños, a cloro y Cif de limón.

En el colegio, a las cinco y media, me pongo a hacer los baños por última vez. A esa hora ya se han ido todos y solo queda el viejo que cuida de noche. Es pesado ese viejo. No tengo mucho trato con él. La verdad es que tampoco tengo trato con nadie.

Yo me dedico a limpiar los baños, y el colegio entero, con mis audífonos. Me gusta estar escuchando música. Me gusta harto Marco Antonio Solís y Américo. Me motivan. No me meto con nadie, no molesto a nadie. Solo limpio bien bien bien mientras escucho música.

Me gusta cuando me encierro a hacer un baño que está relativamente limpio. Es como reforzar la limpieza que ya hice antes y dejarlo más impecable aún. Aunque deben pensar que limpiar baños es una tarea fácil, la verdad es que no. Igual tiene su ciencia. No me digan que no. Quien sabe hacer baños de verdad, cacha de lo que hablo.

Otra vez que mandé fotos a la rectora fue cuando alguna de las profesoras tapó un baño con mierda. Lo más asqueroso fue que lo llenó de Confort para que pasara piola, pero no pasó na’ piola y dejó más la cagá. Se inundó el wáter y el piso; estaba todo mojado con agua con mierda.

Ese día me tuve que quedar hasta las diez de la noche, destapando y limpiando toda la cagá que quedó. Me enojé harto ese día; la verdad es que sí me enojé caleta. Porque por culpa de esa profesora llegué súper tarde a mi casa y nadie responde por eso, po’. Seguro y me pagan más por destapar baños. A dónde. Incluso, si no mando fotos, nadie se entera, y ni un reto se hubiera ganado esa profesora. Que se lo merecía.

Al otro día de esa vez, la rectora también citó a reunión a todas las profesoras y las retó bien retás a todas. Ellas se hicieron las locas, como siempre. Hablan y opinan con sus palabras raras de profesionales. Pareciera que se burlan de uno. Ni una me dijo algo, pero yo sé que igual me agarraron mala. No me importa igual. Yo solo voy a trabajar, no a hacer amigas.

Yo igual ya tengo más o menos en la vista quién tiene pinta de cochina. Y las profes nuevas no son porque esto viene del año pasado. Del año pasado, po’. ¿Cómo tanto?

Me gusta el olor a cloro. Me destapa la nariz y me hace sentir más limpia luego de andar limpiando tanta mierda. Es hasta necesario, en la tarde, cuando llego a casa, sentarme en el baño de mi casa a olorosar el cloro de la mañana.

Le pongo harto cloro a los retretes. Lo dejo actuar mientras barro y limpio el suelo y las paredes. Luego vuelvo al retrete y, con una esponja y Cif, empiezo a restregar todas las partes del wáter: la tapa, los bordes, debajo de la tapa, por ambos lados, las esquinas que casi no se ven. Ahí siempre se acumula orina o mierda seca, y eso hace que quede el olor a sucio. Ese olor a pichí pasado y a caca seca. Lo he descubierto por tantos años en la misma pega.

Limpio la base del wáter también. Esa parte siempre la olvidan todos, pero es una de las que más acumula polvo y suciedad. Limpio el suelo, la perilla de la cadena, el espejo, donde se pone el Confort. Todo. Luego de que lo restriego bien, tomo el trapo mojado y empiezo a sacar todo el Cif que ya actuó. Voy sacando un poco y enjuago el trapo. Eso lo repito hasta que he sacado todo el producto y el trapo ya no sale blanco. El lugar empieza a brillar. Queda brillante el retrete todo limpiecito. Con olor a cloro y a Cif; sobre todo, cuando el Cif es de limón. Me gusta esa combinación de olores. Es una de mis favoritas.

Mis compañeras, las otras auxiliares, me tienen mala. Pero de verdad que me tienen mucha mucha mala. Dicen que soy sapa porque ando enviándole fotos a la rectora. Además de que ando acusando cuando los baños quedan pa’ la cagá. A mí me da lo mismo, en verdad. Yo no tengo miedo a que me tengan mala. Total, yo hago mi pega y siempre me he mantenido piola sin meterme en ataos con nadie. Por algo llevo aquí más de diez años.

Mis hijos me cuestionan siempre que por qué trabajo aquí de auxiliar y que por qué no dejo la pega si ahora ellos me pueden ayudar. Yo les digo que no. Que me gusta mi trabajo y mi vida independiente. Porque soy muy independiente y limpia; sobre todo, limpia.

Ahora que soy una mujer empoderada y decidida, puedo hacer lo que quiera y cuando quiera. Ellos siempre me intentan engatusar para que me meta a otro tipo de trabajo, como si les diera vergüenza. Pero me da igual. Yo les digo que soy feliz haciendo esto y que es mi vida. Me tienen que respetar y querer así nomás, aunque me la pase siempre limpiando mierda que no es mía.

Mi hijo anda con una galla que no me gusta mucho. Es interesada la weona. Se nota que está con él porque le va bien en su trabajo. Una siente esas cosas; más como mamá, po’. Además, una vez se metió al baño y lo dejó súper sucio. Cuando salió, dijo que así lo había encontrado. Mentirosa la weona. Ni un baño de mi casa está sucio.

Es viernes y no sé cuánto tiempo llevo haciendo y rehaciendo este baño. Están todos tan acostumbrados a verme haciendo baños que parece que nadie se acordó de que yo estaba aquí y cerraron todas las puertas de la casona. Quién entiende esta distribución de los baños. Metidos en una casona antigua que está dentro del colegio. Si cierran la casona, como ahora, quedo aquí sola y haciendo lo que tanto me gusta hacer.

Los niños del colegio son amorosos. Me dicen tía. Cuando falta algo en sus baños, lo piden con harto respeto. Los extranjeros son los más educados. Los chilenos, a veces nomás.

Y ahora, quién se va a dar cuenta de que estoy aquí sola y encerrada. Espero que pronto para irme a mi casita a limpiar mi baño y el de mi hijo. Lo que me pasa por andar limpiando mierda ajena.

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