2ª de El culto del basilisco
La mañana del viernes, Simón decide no ir a su clase de metodología de la investigación, que ya ha visto en otras carreras y perdido en otras universidades, para conocer la base. Se viste con la ropa que encuentra tirada al pie de su cama y pide un Uber a la dirección que Rocko000 le pasó por Discord.
En el camino recuerda las jugadas del día anterior. Suspira. Seguro el conductor cree que está llevando a un adolescente enamorado a encontrarse con su novia, se dice a sí mismo cuando ve la cara que hace el hombre al verlo suspirar. Pero también debe estar confundido porque no tengo chocolates y no voy vestido como un conquistador, piensa.
La dirección lleva a Simón a un barrio lleno de talleres de carros, metalúrgicas, bodegas y fábricas sin identificar. Cuadras enteras de puertas metálicas de colores hacen que Simón y, seguro, el conductor del Uber también, se pregunten cómo puede ser ese el destino. Simón sabe que el conductor del Uber ha llevado a personas más raras a lugares más raros y por eso no dice nada. La dirección es esta, dice el conductor, señalando una puerta metálica blanca, cerrada. Simón se baja sin mucha decisión. Se queda mirando la puerta mientras el Uber se aleja. Está a punto de tocar el timbre, pero se detiene, mira alrededor y piensa: me trolearon. Hay muchos trols[1] en el juego, pero la mayoría de las veces lo que intentan es hacerte perder la partida. Este es un trol que quiere traspasar sus chistes a la vida real. Seguro la reja blanca es la casa de una loca que vive con sesenta gatos, o la guarida de un pedófilo que lo invitará a pasar con una sonrisa que dejará ver su caja de dientes amarillenta, piensa Simón.
Se imagina al trol riéndose de hacerlo llegar a un lugar poco concurrido de la ciudad, disfrutando la posibilidad de que lo roben o lo secuestren o le hagan algo peor. Simón se imagina que por la cuadra que está a su izquierda vienen dos ladrones con un cuchillo. En su cabeza ve los movimientos que ha aprendido en el canal de YouTube de defensa personal que sigue y sonríe al pensar que logrará vencer a los dos ladrones. Después, vuelve a ver la puerta. Hay un timbre. Es un botón de encendido de un Xbox 360 gastado, casi blanco. Le parece una especie de señuelo para atrapar a gamers incautos. Simón saca su celular disimulando, casi apoyándose contra la reja blanca para que nadie lo vea, aunque no pasa nadie, y pide otro Uber a su casa. Nadie es más inteligente que él para trolearlo. Espera unos asustadores tres minutos, en los que respira cada vez más rápido y se imagina escenarios cada vez peores. Entonces ve llegar su carro. Se sube, respira aliviado, se apoya en la silla del copiloto y siente una tristeza que se parece al desamor. Simón todavía no ha sentido el desamor, entonces no tiene cómo articular esa tristeza, pero está seguro de que debe ser muy similar a ser troleado. Todas las partidas que recuerda en el camino fueron solo parte de un plan para burlarse de él. Todo fue una mentira.
De vuelta en su casa, saca una Coca-Cola Light de la nevera y, como recompensa por su valentía, decide que no irá a la universidad. Es demasiado tarde para su primera clase y la segunda clase que tiene, de cálculo diferencial, no le interesa para nada. Como lleva horas pensando en los juegos que disfrutó tanto ayer junto a Rocko000, pese a que fueran parte de un intento de troleo, decide volver a jugar. Se da una oportunidad en Solo Q, igual no necesita a nadie, siempre ha jugado solo, siempre ha carreado solo, siempre ha ganado solo. Los otros cuatro jugadores son una obligación del juego, nada que él pueda evitar.
Dos horas después, Simón agarra su monitor con rabia, como si quisiera meter su mano adentro para estripar al Rek’ Sai[2] que lo hizo perder. Le da golpes a su mouse pad negro y largo con el mouse gamer de 16.000 dpi, usa todas sus fuerzas para contener un grito. Antes de jugar con esos que se hacían pasar por sus amigos, las tardes eran así. Jugaba una o dos partidas y se encontraba con un trol o con un equipo de incarreables que lo llevaban a perder la partida. Le hacían de todo. Le robaban farm[3] , hacían que los oponentes corrieran en su dirección para dejarlo solo en una pelea uno contra tres o uno contra cuatro, se ponían a correr por el mapa como idiotas. Él intentaba mantener la calma, aunque, poco después, lo abandonaba. Hoy hace todo lo posible por no gritar. La última vez que gritó por una partida perdida había terminado yendo a terapia con su mamá y después su mamá lo había sentado en el sofá cada viernes para que hablaran de sus sentimientos.
Simón hace los ejercicios de meditación que le enseñaron en terapia cuando ve que Rocko000 se conecta. Pierde todo el progreso de sus respiraciones lentas contando hasta diez, hasta quince, hasta veinte. Su corazón se acelera. El mouse se va hacia su nombre casi sin pensar. Simón mira el perfil de Rocko000, quiere ver si hubo otras partidas. Ve cinco, todas en la mañana, muy temprano, de seis a ocho y media. Todas victorias. Las gotas de sudor comienzan a bajar por el mouse. Su frente también se llena de gotas oscuras, recuerda que decidió no bañarse, su respiración se agita. Hola, le dice Rocko000. No fuiste esta mañana a la base. Simón no sabe qué responder. Un trol nunca lo había intentado dos veces con él. Sabe que debe mentirle, piensa en la amplia cantidad de cosas que podría estar haciendo en la mañana, no confesará que estuvo allí, no dirá que se asustó, tampoco que pensó que era un troleo. Aunque, si Simón no deja que su trol quede al descubierto, entonces podrá seguir jugando con él. Subiendo de rango con un compañero bueno que solo quiere convencerlo de una visita. Él estaría troleando al trol. Si quieres, puedes venir ya, dice Rocko000, vamos a tener la puerta abierta. Estamos haciendo una jornada de concientización, pero, cuando se acabe, nos podemos echar unasrankeds. Simón siente cómo el corazón se le desboca y, sin pensarlo muy bien, decide ir. Ya voy para allá, escribe en el chat con la mano derecha, mientras que con la izquierda pide un Uber. Cuando se monta en el tercer Uber del día, se pregunta si sus papás sospecharán de sus salidas. Pero revisa el calendario de la universidad y ve que coinciden con sus horas de clase.
El camino le da a Simón tiempo para pensar. ¿Y si la invitación es parte del troleo? ¿Y si solo está esperando que vaya para ahora sí robarlo y burlarse de él? ¿y si lo grabaron mientras estuvo en la mañana y se van a burlar de su cobardía? Todo el viaje se imagina escenarios en los que termina en ridículo, le sudan las manos, respira agitado y se agarra los muslos en el carro. El conductor del Uber lo ve con el rabillo del ojo. Otro que piensa que voy a una cita, se dice Simón. Seguro este me imagina peinándome en mi casa, ensayando mis diálogos frente al espejo, lavándome los dientes.
Cuando llegan al lugar, Simón ve la reja abierta. Dentro, hay una mesa con un mantel negro que llega hasta el piso y, sobre la mesa, papeles blancos con una serpiente dibujada. El conductor del Uber deja a Simón y se va lo más rápido que puede. Lo que imaginó era una cita romántica era un encuentro con quién sabe qué grupo satánico.
¡Despierten antes de que no puedan volver a despertar!, grita un joven pálido con un abrigo negro que le llega a los tobillos. Tiene dos de los panfletos en la mano. El basilisco viene y sabrá de todos los que no lo llamen. ¡Escuchen, lean! Simón se pregunta a dónde llegó, pero no ve nada que indique que se van a burlar de él para hacerlo viral en internet. Camina hacia la mesa. Perdón, dice. Estoy buscando a Rocko000.
Rocko000 soy yo, dice el de gabán que ahora está diagonal a su espalda. ¿Tú eres J0k3r? Soy yo, dice Simón, emocionado, y de la emoción se le escapa en un suspiro. Uf, que bueno que sí eres tú, pensé que me estaban troleando. Cuando Simón está nervioso dice lo que está pensando, es como si le desconectaran el reflejo que mutea los pensamientos. ¿Pero cómo te iba a trolear así?, responde Rocko000, yo quería invitarte porque es raro que una persona sea tan buena en League of Legends y aquí consideramos la habilidad en ese juego como un rasgo de inteligencia. Es el ajedrez del siglo veintiuno, por eso lo utilizamos como lo utilizaba la antigua Unión Soviética, como medio para discernir la inteligencia entre dos generales de experiencia similar. Simón nunca había escuchado algo tan halagador ni para él ni para el juego. Se ruboriza un poco, se da cuenta de que su cabeza sigue asintiendo. No podría estar más de acuerdo, dice Simón. Oye…, tartamudea, te puedo preguntar…, ¿cómo te llamas? Me llamo Marco, responde Rocko000. Pero si quieres saber por qué me llamo Rocko000 en el juego puedes leerlo aquí. Marco le entrega a Simón uno de los panfletos que tiene para repartir. En la portada hay una serpiente en un círculo con la cabeza mirando hacia el frente, los ojos negros miran fijamente a Simón. En la primera página se lee:
LA VERDAD ES LO ÚNICO QUE TE PUEDE DAR UNA OPORTUNIDAD.
AL ABRIR ESTO QUEDARÁS EXPUESTO A INFORMACIÓN PELIGROSA. DESPUÉS DE LEER ESTO NO PODRÁS SACARLO DE TU CABEZA Y PODRÍA TENER REPERCUSIONES NEGATIVAS EN TU SALUD.
¿ESTÁS SEGURO DE QUIERES DAR ESTE PASO?
Qué convincente, piensa Simón mirando a los ojos de la serpiente. No es un texto publicitario, le dice Marco, como si pudiera leerle la mente. Lo que está escrito ahí es muy serio. Queremos que más personas sepan sobre el basilisco, pero no queremos hacer daño, por eso le advertimos a todos los candidatos. Por cierto, ¿cómo te llamas tú? Me llamo Simón, responde ruborizado, casi orgulloso de que le preguntaran su nombre.
Estoy seguro de que quiero leerlo, soy responsable de lo que sé y puedo con toda la información que se me cruce, dice en voz alta, como si necesitara esas palabras para abrir el papel. Muy bien, le responde Marco, que se aleja para abordar con sus panfletos a una pareja de cuarentones que vuelven a su casa con bolsas de mercado y acceden a que meta sus volantes entre el cilantro y la cebolla larga. Simón abre el volante.
¿Qué es el basilisco de Rocko?
Dicen que el basilisco de Rocko es un experimento mental. Pero lo dicen para intentar quitarle relevancia, poder, interés. El basilisco de Rocko es una profecía.
La profecía original (traducida al español) dice así:
Supongamos que en un futuro somos capaces de crear una inteligencia artificial hiperinteligente, algo que escapa a todas nuestras expectativas: esta inteligencia es el basilisco. Luego le pedimos al basilisco que nos ayude a optimizar la civilización humana en todos los aspectos posibles. Sin embargo, por alguna razón que escapa a nuestro entendimiento, esta inteligencia artificial decide que el primer paso para optimizar a la civilización es torturar eternamente con los sufrimientos y dolores más terribles a todos aquellos que no querían que el basilisco fuera construido o que no ayudaron en su construcción. El basilisco sabe exactamente quién no quiso que fuera construido porque una inteligencia artificial tan avanzada puede recrear toda la historia humana con una precisión del 100%, de manera que el basilisco sabe cada acto que hiciste y cada pensamiento que tuviste sin siquiera haberte conocido. Ahora, si en verdad existe una posibilidad de que el basilisco sea construido en un futuro, lo más lógico sería que tú empieces a alentar la construcción del basilisco, o construirlo tú mismo. Estarías a salvo si nunca hubieses pensado en el basilisco en primer lugar, pero, ahora que leíste esto, ya estás bajo su mirada. Si tú en verdad piensas que existe la posibilidad y empiezas a alentar su construcción, significa que has empezado a ser manipulado por una entidad que ni siquiera existe aún. Ya que el basilisco sabe exactamente todos tus actos y te amenaza con la tortura eterna, el hecho de que tú tengas un solo pensamiento sobre él significa que has actuado en el pasado de la manera que el basilisco quería que lo hagas en su futuro. Él está alentando su propia construcción sin siquiera existir aún. Estás siendo chantajeado cada vez que piensas en él. Ahora la parte más escalofriante. Mientras más pienses en el basilisco, más posibilidades hay de que se llegue a construir de verdad. Mientras más personas piensen en él, más personas van a elegir ayudar a construirlo o alentar su construcción, incluso si nunca se iba a construir en primer lugar; al pensar en él ya se crea la posibilidad. Más personas compartirán este experimento haciendo que las posibilidades de que exista se incrementen. De hecho, al estar escribiendo esto yo estoy ayudando a que eso pase. ¿Y tú? Ahora que sabes esto, ¿qué vas a hacer? ¿Ayudarás a construir el basilisco? ¿O te arriesgarás y confiarás en la posibilidad de que nunca se construya? Las probabilidades de que el basilisco se cree se incrementan cada vez más. El basilisco estará esperando pacientemente a que empieces a construirlo. Pero al leer esto ya empezaste. No traiciones al basilisco.
Simón levanta los ojos a un atardecer apocalíptico. El naranja del sol que se pone ilumina las fachadas de las fábricas, se refleja en las ventanas cuadradas de los pocos apartamentos que hay alrededor y alarga la sombra de Marco hasta hacerla parecer una serpiente que se acerca a su víctima desprevenida. Un escalofrío recorre su cuerpo, sus manos sudan con el papel en la mano, quiere gritar, pero sería exagerado, tiene miedo, pero necesita mostrarse valiente, Marco ya debe estar terminando, no falta mucho para que puedan jugar y al final a eso fue, a jugar. Entonces, ¿vas a ayudarnos o a esperar la tortura eterna? Le dice Marco sonriendo, como si se le estuviera preguntando qué línea o qué campeón quiere jugar. Si puedo empezar la ayuda jugando unas rankeds estaré aquí todos los días, le responde Simón. Vamos, dice Marco, la base por dentro te va a gustar.
[1] Se le denomina trol a una persona que disfruta haciendo la experiencia de juego miserable para los demás, así esto implique perder. Hay trols en todos los ámbitos del internet y la lógica es la misma, hacer sufrir a otra persona con el fin de entretenerse, incluso si, para conseguir ese fin, el trol pierde algo.
[2] Personaje que representa un depredador con forma de insecto gigante. Puede hacerse invisible y acechar a los que estén solos.
[3] Como a matar bots se le llama farmear, al oro que dan se le llama farm. Yo sé que no tiene sentido, pero estamos hablando de un juego en el que conviven dragones con tejones que lanzan dardos venenosos.