Si ya empezaste a escribir una novela o si ya estás en el proceso de fracasar, sáltate este capítulo. Fracasar y escribir son cosas que toman tiempo, es mejor que no lo pierdas.
Hay muchas personas a las que no les sirven ni los métodos ni las hojas de personaje ni la planeación de una novela. Dicen, y en esto creo que tienen toda la razón cuando lo dicen, que estas personas prefieren no planear, porque sienten que, al planear, está contada la historia. Y yo los entiendo porque soy un poco así.
Tener un método y llenarlo de obstáculos y herramientas es muy útil, no solo porque, al final, te ahorrarás tiempo antes de que te lances a escribir cuatrocientas páginas a espacio sencillo en Times New Roman, tamaño 11, sino, también, porque evitará que recurras a la excusa de “no siento la inspiración para escribir”. La inspiración no existe. Las musas tampoco. Tal vez, exista lo que los oulipistas llaman la potencia, es decir, ese impulso por superar un obstáculo. Oulipo, en caso de que no lo conozcas, es una especie de cofradía de creación o grupo de investigación de lo que se puede hacer con la literatura o algo así. En su sitio web, hallarás bastantes obstáculos que puedes utilizar si “sientes que no te ha llegado la inspiración”. También, podrías entrar en Reddit r/WritingPrompts donde la gente sube buenas propuestas para escribir a diario, aunque están en inglés.
Yo no soy matemático. Los métodos que puedo proponer no son tan estrictos ni tan fructíferos, como los métodos del Oulipo. Tampoco soy muy dado a la ciencia ficción, como sí lo es todo Reddit en r/WritingPrompts. En todo caso, si a ti te sirven, adelante.
Ten en cuenta que no necesitas inventarte un método para escribir. Hay muchos métodos. Muchos de ellos probados y pulidos por la experiencia de varios libros. Brandon Sanderson, a quien no he leído, pero que tiene una de las mejores clases online sobre escritura, posee su propio método que parte del siguiente planteamiento: casi toda la literatura es literatura fantástica con sistemas de magia. Más dura o más blanda, pero magia al final.
Imagina algo poco mágico, como una película de espías. Sanderson dice que las películas de espías tienen un sistema de magia porque funcionan en una realidad (generalmente, la Guerra Fría) en la que todos los secretos son importantes y todas las personas involucradas son sumamente competentes y esconden algo. En la vida real, la Guerra Fría casi acaba en invierno nuclear por un error de traducción. Un líder soviético cerró un discurso con la frase “les guste o no, vamos a estar presentes en su entierro”, con lo que se refería a que el comunismo duraría más que el capitalismo, pero, al traducir “los enterraremos”, las alarmas se dispararon y las bombas se armaron. En una película de espías, este “error” sería parte de un esquema sumamente deliberado que se puede explicar por medio de conspiraciones de las distintas partes involucradas. Esto es un sistema de magia blanda.
También, se puede argumentar que las películas de terror (así no tengan nada sobrenatural) ocurren en mundos paralelos en los que, por un sistema que no se explica, las puertas se quedan cerradas en todas las persecuciones. Y, en esta misma línea, se puede decir que el sistema de magia que sostiene los libros de autoficción es la ilusión de que todo el mundo quiera escuchar tu historia.
Un sistema de magia dura se da cuando todo está explicado. La ciencia ficción (seria), por ejemplo, es magia dura. Claro, se explica con ciencia, aunque para efectos prácticos, es lo mismo que la magia dura: reglas que están abiertas para que cualquiera pueda probar lo que sucedió.
Ya sé que no estás leyendo esto para saber cuáles son las diferencias entre los sistemas de magia, sino porque prometí las instrucciones para crear un método de escritura. Como creo que es más fácil empezar por un ejemplo, voy a mentir y decir que he desarrollado mi propio método.
Podría decir, por ejemplo, que me robé un método de un libro, uno que robé de la biblioteca de mi colegio, y que escribir es como robar un libro de un estante.
Robar, como escribir, es de esas acciones que se presuponen fáciles de llevar a cabo por quienes nunca la han hecho. Después de todo, robar es solo tomar cosas y escribir es poner una palabra detrás de la otra, ¿no?
No.
El robo requiere de cierto análisis, cierta sutileza, cierta maestría. No debemos confundir el robo con el atraco. Ni la escritura con la confesión. La diferencia entre robar y atracar es la misma que entre contar y confesar.
Un robo es un procedimiento sutil. Su principal objetivo es obtener algo que le pertenece a alguien más sin que ese alguien se dé cuenta. Un atraco es un procedimiento de fuerza. (Aquí hace falta una precisión. En derecho, el robo es el que incluye violencia; el hurto es su versión sutil. Sin embargo, no vamos a utilizar la palabra “hurto” porque suena peor que robo y esto se trata de escribir y no de derecho). El objetivo del atraco es obtener algo de alguien más utilizando la fuerza bruta. Lo relaciono con la confesión porque escribir, contar, es buscar que una persona potencialmente desconocida sienta algo. Puede ser por personajes que no conoce o por situaciones que nunca ha vivido ni vivirá. También, podríamos decir que es un procedimiento menos sentimental. El propósito de una narración puede ser que otra persona piense algo. En cambio, el propósito de una confesión es que la persona sienta algo por ti. Aquí vale la pena no confundir la confesión con aquella de un personaje que te hace sentir algo. Y vale la pena explicar que no hay ningún valor en la sutileza, solo la apariencia de que es más complicada que la fuerza bruta.
En los métodos también se diferencian. La narración pretende ser más sutil. La confesión es un proceso de fuerza bruta. ¿No quieres escuchar lo que te estoy confesando? No te importo. ¿Te parece que está mal escrita mi confesión sobre la peor Navidad que he vivido? No me lo digas, me duele. En la confesión, no hay interés en la reacción de la persona que escucha, solo hay intención de catarsis de parte de quien cuenta. Si escribes para sanarte, no se lo muestres a nadie.
No tengo nada personal en contra de la escritura como catarsis, pero no entiendo por qué esperamos que se publique. Tengo la sensación de que no hay demasiados lectores de literatura del yo, de que todos empezamos a leer un libro sobre la vida de alguien para descubrir que no queremos saber tanto sobre su vida. Así como las personas a las que nunca han atracado, pistola en mano, en la oscuridad, piensan que es una experiencia de lo más emocionante. Pero de estar en contra de la literatura del yo podemos hablar luego. Vamos a empezar con el método del robo.
1. Analiza el estado actual. Para robar algo con éxito, lo primero es que parezca que no has tocado nada. (Vuelvo al paréntesis de arriba; esto no es jurídicamente cierto, pero, tal vez, sea un buen consejo no dejar que una revista literaria te ofrezca guías sobre derecho). Si la meta es robar un libro de un estante, lo primordial es que el estante parezca tener, sustraído el libro que quieres, la misma cantidad de libros. Para lograr esto, hay que fijarse en la cantidad de libros que hay, sus colores, sus dimensiones y su acomodación. Así, si el libro que quieres robar tiene pasta dura, podrías buscar en otro punto del estante un libro con pasta dura, ponerlo en su lugar y acomodar el estante donde estaba el libro de reemplazo para que todos los demás libros se sostengan. Claro, habrá cambiado algo, pero habrá cambiado algo de un sitio diferente al que se efectuó el robo. Lo que hará que quien sospeche del robo tenga ahora más preguntas sobre el estante que la pregunta obvia: ¿dónde está el libro?
En contraposición, en un atraco, se entra en la biblioteca o librería armado, se asusta a los libreros y, luego, se busca el libro. Se nota, más o menos desde el principio, qué es lo que se viene a hacer; hay menos sugerencias.
Cuando escribas, intenta pensar en cómo verá quien lee lo que escribes. Acomoda las cosas para que todo tenga sentido al principio, pero deja la duda de que al estante que estás mostrando le falta un libro. Haz que quien te lea esté intentando averiguar cómo hiciste para quitarlo, qué cambiaste, dónde está la diferencia.
La forma más útil de empezar es mostrar algo que parece normal y prometer que existe una falta. Pero los inicios ya están en la primera parte. Ahora hay que hablar del desarrollo.
2. Actúa rápido. Lo más importante en un robo es la efectividad. No hay tiempo que perder ni espacio para hacer maniobras grandes a diferencia del atraco que puede incluir todas las amenazas, risas y torturas. El libro debe salir del estante con suavidad y rapidez, y ser reemplazado por otro libro (u objeto) sin que nada se desmorone ni haga ruido. La sutileza de un robo debe ser tal que la persona robada, al descubrir que le han robado, se impresione de que todo haya sido tan pacífico.
Con rapidez al escribir, me refiero a la forma en que tu historia avanza. En muchas ocasiones, las historias no avanzan porque existe la sensación de que faltarían páginas por llenar. Existe, al escribir, el miedo de que si dices quién fue el asesino te quedarás sin misterio y, sin misterio, no habrá razón para pasar a la página siguiente. Esto no es necesariamente así. Después de descubrir un asesinato y al asesino, siempre quedará el por qué. Y, después de ese por qué, vendrá la pregunta sobre si el asesino volverá a asesinar. La capacidad de un libro para hacer cambiar de página reside en lo mismo en que reside la capacidad de un estante al que le falta un libro para mantener tu atención en él. Hay una tensión en eso que parece igual a todo lo demás, pero es diferente. Hay un interés constante en la cantidad de detalles que hacen de un estante robado diferente a los demás estantes. Y esta tensión, también, se causa por medio de la velocidad. Si el libro fue sustraído y el estante organizado en poco tiempo, habrá otra pregunta: ¿cuándo pasó esto? Y esa pregunta mantendrá la mirada de quién ve el estante ahí, perpleja ante las leves diferencias del estante que recuerda y el estante que mira.
La velocidad, sin embargo, no debe confundirse con torpeza. Claro, para robarte ese libro, es posible que tengas que moverte tan rápido que hagas ruido, pero ese ruido te delatará. No se trata de que cuentes todo tan rápido como sea posible, sino de no dar pasos extra para llegar a donde quieres.
3. Huye. La tercera y más obvia parte de un robo es en el momento que dejas la escena. No es completamente necesario. Volviendo al ejemplo del libro en el estante, puedes robarlo sin irte de la casa en la que lo robaste. Puedes incluso quedarte a vivir ahí para evitar que te descubran. O puedes salir, inventando alguna excusa.
Lo importante de un robo nunca es el ladrón. Es lo que se roba y la forma en que se hace. Además, sería una pésima idea llamar la atención sobre un robo que hiciste: te delataría.
Lo importante de este tercer punto es dejar todo más o menos como estaba al principio. Hay quienes dicen que la primera página de una novela es una especie de resumen de la novela entera. En este sentido, el final es importante porque debe estar completamente relacionado con el comienzo. Si antes había un estante con veintitrés libros que parecía tener veinticuatro, en el final, cuando quede claro que el libro ha sido robado, al estante se le notará la diferencia, se entenderá que allí pasó algo y se verá que hay algo que no debería estar ahí. Puede ser una nota, puede ser una piedra. Puede que solo sea la nueva acomodación de lo que hay o la presencia de que algo falta. Puede ser cualquier cosa. Lo importante es que, al final, se vea lo que sucedió, que dé sensación de retrospectiva o que haga pensar en cómo estaba todo cuando empezaste a mirar el estante.
4. Cambia el orden. ¿Cuándo empieza un robo? Para el ladrón, empieza en el análisis, pero, para la persona que fue robada, el robo empieza cuando se da cuenta de que algo le falta. Para la persona que fue robada, todo podría empezar al final.
Lo importante del método del robo, que puesto así es un poco escueto, es que simplifica un proceso que parece complicado: el de querer hacer algo y no saber cómo. Es decir, hay muchos planteamientos de novela que se tratan mucho más del efecto final que se busca. Por ejemplo, tenemos “quiero escribir una novela para alertar al mundo sobre los peligros de la inteligencia artificial”. Lo primero que deberías hacer para escribir esta novela es analizar el estado actual sobre la inteligencia artificial, qué se ha escrito, qué se ha dicho y qué ha pasado al respecto; buscar eso que quieres quitar para que todo el asunto sea preocupante; y actuar rápido y escapar. Escapar es aquí el afán que necesitas para terminar de escribir la novela. Después de todo, si te quedas escribiendo, no vas a conseguir lo que querías en primer lugar, así como, si te quedas reorganizando el estante, no vas a poder salir con ningún libro de ninguna parte.
Es posible que todo sea transferible a una serie de pasos. Para vivir, por ejemplo, hay que nacer, aburrirse y morir. Básicamente. Pero es evidente que hay mucho más entre las divisiones marcadas.
Cuando pienses en tu método, intenta fijarte en cuáles son los procesos que más rápido llevas a cabo y en cuáles te tomas más tiempo. Hay muchas personas que, al “buscar la voz” de un personaje, terminan escribiendo cuarenta páginas sobre la historia del personaje, páginas que no se leen en la versión final. Seguro hay un proceso más sencillo para encontrar esa voz o, tal vez, quieras hacer el “escribir cuarenta páginas” parte de tu método.
La idea con los procesos que compondrán tu método no es que sean más efectivos. La efectividad es solo una recomendación. Entre más pronto escribas tu novela, más pronto fracasarás.
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