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Chupito de lejía

«Supposing we heat the body with a tremendous ultraviolet or very powerful light, and supposing you brought the light inside the body, you can do it through the skin or in some other ways. And then I see the disinfectant which knocks the virus in a minute. Is there a way we can do something like that».

Donald Trump


Día 53


Ayer salimos a pasear.
Te di la mano bajando las escaleras
tratando de recordar la última vez
que habíamos salido juntos
en lo que era normalidad.

En la calle,
los ojos curioseaban por encima del cubrebocas.
¿Hacia dónde transcurre el miedo?
Yo quería ir al parque, pero
en algún momento se volvió peligroso.
Así que callejeamos
cruzando miradas,
descubriendo balcones.

¿Cuántas historias
habitan en un kilómetro a la redonda?

Te agarré las manos
de todas las formas
y te besé con el mismo miedo
de un delito.

¿Qué es lo correcto
ahora que todo son primeras veces?

Pero caminamos
en círculos
para que la Libertad pareciese más amplia.
Y oíamos conversaciones sobre los mismos temas.
Si todos gritásemos una pregunta
sería la misma.

Pero caminamos
disfrutando del cansancio de los músculos.
Un premio
que nunca antes supimos ver,
como tampoco podíamos hacerlo
con el horizonte de una ciudad,
puntos limítrofes de cristal y cemento.

Día 55


“Que los aplausos
sean política
es un asco”.

Digo consciente
al mismo tiempo que pienso
que todo, absolutamente,
es política.

Todo significa algo más
en el vocabulario del que miente para conseguir.
La vida sucede en internet,
los gritos,
la ira,
las decisiones.
Ahora aplaudir es apoyarme
e ir en tu contra
ser de un color opuesto.

Y se perpetúa en una realidad
escenarios de cinco minutos,
manos inconscientes y cansadas
chocándose las palmas
a ralentí.
Se preguntan
por qué aplauden ahora,
por qué aplaudes tú.
Y, al final,
un fundido en silencio,
como el truco final después de una actuación
donde salta un paracaidista sin red.

Cogidos de la mano


Soy consciente
de que he tenido miedo a agarrarte,
a mirarte por la calle,
a lanzarte un “te quiero”.

Te lancé besos
porque no se veían bajo la mascarilla
mientras pedía
que, por favor, no nos descubrieran.

Si esto no puede hacernos entender
el terror de las parejas prohibidas
no sé qué puede hacerlo.

Una lesbiana ha vuelto
con la boca partida a casa,
pero seguirá besando.

Un transexual
en el hospital
por solo sentir como siente.

Y yo
te dejo tres metros de distancia
para que nadie descubra
que vamos a comprar los ingredientes
para la misma cena.

Una familia desconfinada


Diez lecheras de la policía
han pasado bajo mi ventana
para sacar a la fuerza
a un bebé indefenso
de la teta de su madre.

En la tele alguien dice
que debemos confinarnos,
pero esa madre no tiene paredes,
no tiene techo.

La cola que hacen
por un cartón de ayuda
se hace bajo casas
donde el eco solo lo generan las moscas.

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