5ª de Portafolio
—¿Cómo que mi hijo va a repetir de curso?
—Mamá, son las consecuencias de no cumplir con el ochenta y cinco por ciento de asistencia que exige el ministerio.
—¡Nadie me avisó! Nadie me dijo nada, absolutamente nada, en todo el año.
—Existe la evidencia de que se le citó a entrevistas y usted no asistió. El profesor jefe dejó los registros en la hoja de vida de Daniel. Acá están…
—Ni conozco al profesor jefe, ¿cómo me iba a enterar de que mi Daniel está repitiendo? No es posible que me lo dejen repitiendo por sus ausencias, po’.
—Mamá, su hijo tiene un sesenta y tres por ciento de asistencia, muy por debajo de lo que solicita el ministerio.
—Él tiene buenas notas, no le hace falta venir a clases pa’ prender.
—Mamita, no es solo lo académico lo que se evalúa en clases…
—Pero si eso es lo que cuenta. Lo demás es puro tiempo perdido y jugueteo. ¿O me lo va a negar?
—Es fundamental que los estudiantes asistan, no solo por lo académico, también es importante el área social y de desarrollo personal, cosas que se trabajan, justamente, en la escuela.
—Mi hijo es inteligente y muchas cosas las aprende por sí solo. Por eso ha faltado tanto también, porque dice que las clases son fome y los profesores aburridos. Que incluso, a veces, él sabe más que ellos, porque ha estudiado por sí solo en internet. Que hasta cosas que ha leído en internet las ocupan o dicen los mismos profesores.
—Mamita…
—¿Para qué iba a venir?, ¿no ve?
—Esa no es excusa para no asistir a clases. Hay aprendizajes transversales que solo se adquieren en la interacción dentro de la escuela.
—Pero cómo que no cuenta, cómo no van a considerar sus notas…
—Las notas no son suficientes para promover a un estudiante de curso. Hay otras competencias que son necesarias y que solo se adquieren asistiendo al colegio.
—No, eso es mentira. Yo leí que eso no es así, que incluso los puedo demandar por dejármelo repitiendo. No soy na’ tonta yo, señora.
—Eso no es así, mamá. Hay muchos factores presentes a considerar.
—Ustedes no están viendo las razones tampoco. No están entendiendo por todo lo que nosotros hemos tenido que pasar como familia…
—No, no hay registros de nada.
—…sobre todo, Daniel, que es el más grande mis tres hijos. A veces, se tiene que quedar con sus hermanos enfermos, cuando yo, por trabajo, no los puedo cuidar.
—Mamá…
—¡Ustedes son unos conchadesumadres, hijos de puta, mal paridos! Abusan de una, que es mujer sola.
—Mamá, cálmese…
—Se creen todo solo porque tienen unos cuantos estudios, pero no saben de la realidad. No tienen idea de lo que es vivir con todo en contra.
—Créame que esta decisión es lo mejor para la integridad de su hijo.
—Claro, como ustedes tuvieron todo regalado, todo fácil. Es simple dejar a un cabro chico repitiendo, total, a ustedes no les afecta, po’.
—No es así, señora, sí nos afecta, y de muchas maneras.
—¡Al contrario! Más plata para ustedes por mi hijo, ¿cierto?
—Mamá…
—Abusadores, sinvergüenzas.
—Por favor, señora, cálmese.
—Y tú, vieja culiá, asquerosa, vieja sin vida. Celosa de que una tenga una vida y no tenga tiempo para estar metida en esta weá de colegio.
—Por favor, mamá…
—¡Diga algo po’!
—Mamá, podemos conversar esto sin insultos.
—No puede ser que Daniel repita. No puede ser.
—Ya no hay nada que hacer, mamá. Es por su bien.
—Cómo no se da cuenta, por favor…
—La comprendo, mamá.
—Soy una mujer sola, trabajo todo el día, todos los días, para darle lo mejor a mi hijo. Para que nada le falte.
—Señora, disculpe, ¿y el papá?
—¿El padre? Con ese weón no cuento, no cuento para nada. Hace rato se fue con una maraca y nos dejó. Daniel lo odia por eso, y por lo mismo, no quiere nada de él.
—Entiendo.
—Yo lo respeto en sus decisiones, por eso no me urgí cuando no quería venir.
—De igual manera debería estar presente en la vida de Daniel. Puede que incluso sea uno de los motivos por el cual él no asiste a clases. O quizás necesite algún tipo de apoyo psicológico.
—Pero, por favor, ¿cómo no se va a poder hacer algo? ¿Cómo es posible que repita y tener que estar un año más en este colegio de mierda? Lo que necesitamos es que él trabaje y me ayude a mí. Que me ayude a surgir, a tener comida para sus hermanitos.
—Mamá, los niños y jóvenes tienen derecho a la educación. No tienen que pensar en trabajar. Eso es vulneración de derechos.
—Es que igual tenemos certificado para sus inasistencias, solo que yo, como trabajo todo el día, todos los días, no tengo tiempo para venir a dejarlos, o justificar, como ustedes dicen.
—Pudo enviarlos con Daniel. Ahora el consejo de profesores ya tomó esa resolución, y yo, como rectora, confío en sus decisiones. Ellos son quienes ven a Daniel en las clases.
—Pero qué pueden opinar todos esos profesores, si ni nos conocen y no tienen por qué decidir el futuro de mi hijo. Al contrario, lo están condenando, lo están limitando.
—No, mamá. Esos profesores observan y conocen a sus estudiantes.
—¿Qué clase de profesores son?
—Profesionales, señora.
—¿Dónde está la pasión, la vocación por sacar adelante a todos sus estudiantes?
—Mamá, comprenda…
—¡Son unos falsos!
—Cálmese, por favor.
—¡Todos de cartón!
—…
—Él no ha estado bien, yo menos. La verdad es que la ausencia del weá de su padre ha sido un gran problema para todos en la casa, en la familia. Por favor, tenga un poco de consideración por la situación que hemos pasado.
—Lo siento mucho, mamá.
—Yo sé que esas cosas de aprendizajes y contenidos son importantes, lo tengo claro, pero dele una oportunidad y el otro año le juro que Daniel asistirá a más de ese ochentaitanto que le piden. Pero no me lo deje repitiendo, por favor, menos por ausencias.
—No, mamá. Ya no hay nada que se pueda hacer.
—Yo asumo la responsabilidad, ha sido mi culpa, son mis ausencias las que han generado esto. Por favor, castíguenme a mí, pero no me lo dejen repitiendo, que todo se nos atrasa. Todo se nos viene más encima.
—De verdad que lo sentimos, mamá, pero la decisión ya está tomada.
—Ha sido un año tan duro, por favor, se lo pido como mamá.
—Señora, respire…
—¿Cómo no va a poder hacerse algo? Se lo imploro… Por Dios, no me deje repitiendo al niño.
—En momentos así es importante recordar que Dios sabe por qué hace las cosas.
—…
—¿Lo entiende?
—Sí… Sí, entiendo.
—¿Usted es creyente, mamá?
—Sí, lo soy. En él hemos buscado refugio este tiempo difícil.
—Entonces, es bueno encomendarse a él y pedir paz y sabiduría para este momento como familia.
—Todos en mi familia nos encomendamos a él.
—¿Quiere rezar para calmarnos?
—Sí, señorita, por favor.
—Venga, deme sus manos.
—Ayúdeme, se lo ruego…
—Tranquila…
—Por favor…
—Recemos juntas.
—Sí…
—Padre nuestro, que estás en el cielo…
—Padre nuestro, que estás en el cielo…
—Confiemos en que toda esta etapa es por el bien de Daniel y para un futuro mejor.
—Sí, que así sea.
—Que Dios es sabio en los caminos que tomamos y que todo es por y para crecer y avanzar.
—Sí, todo es por algo y para mejor.
—Dios sabe lo que hace, nos acompaña.
—Sí, lo sé.
—Hoy puede que no lo entendamos. Con tiempo y fe, sin embargo, lo comprenderemos.
—Ya entiendo, señorita, entiendo.
—Dios te salve María, llena eres de gracia…
—Dios te salve María, llena eres de gracia…
—Por todo esto, te pedimos, señor.
—Escúchanos, señor, te rogamos. Amén.
—¿Se siente más tranquila?
—Sí, señorita. Muchas gracias.
—Tranquila, somos colegio confesional y estamos para apoyar. Firme aquí.
— Sí, sí… A pesar de todo, gracias.
—No se preocupe.
—Y disculpe por tratarla tan mal.
—Tranquila. Vaya con Dios.
—Que Dios la acompañe.
—Hasta pronto.
Has llegado a la última parada de
Portafolio, de Valentina Muñoz López.
Gracias por viajar con Caravana.
¡Nos vemos en la ruta!
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