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Parker y Berenice 4.0 + 1.0 (The End of Parker & Berenice)

La última vez que escribí sobre Parker y Berenice, hacía mucho que estábamos resignados el uno al otro, por amistad o pereza. Puede que suene un tanto triste, pero es una forma legítima de sobrevivir. Eso que todo el mundo llama «amor» no le sucede a todo el mundo. Tampoco debería ser una cuenta pendiente. Suficiente hay que pagar a fin de mes como para sumarle una deuda sentimental.

Aun así (o quizás, por lo mismo), entiendo que prefieras marcharte en busca de lo que nos prometieron las comedias románticas de Margo Kelly. Buena suerte allá fuera. Puede que suene a sarcasmo, pero lo digo en serio. Eso que no nos sucedió, o no logramos que nos sucediera, puede que aún te suceda con alguien más. Tampoco es que lo nuestro haya sido en vano. Suficiente fue encontrarnos entre la muchedumbre y susurrarnos secretos al oído. Al menos, lo fue para mí.

No escribo esto para preocuparte o que me tengas lástima. Puede que suene a despecho, pero no creas que con tu partida se me acaba el mundo. Llevo preparándome desde hace varias páginas. Puede que incluso haya escarbado donde no debía. Puede que se me haya pasado la mano con las excusas para hablar de nosotros en lugar de hablar de nosotros. En lugar de hablar contigo.

Ya falta poco, en todo caso. Toca hacerlo todo, de nuevo, por última vez.

 

Parker y Berenice se conocen en una fiesta de disfraces.

Aún son jóvenes y les parece entretenido fingir que son otros. En un futuro, Parker tendrá que convencerse, a diario, de que es otro (o, al menos, una versión de sí mismo que Berenice pueda tolerar). En un futuro, cuando Berenice se percate de lo anterior, habrá de preguntarse si alguna vez llegó a conocer a Parker, lo cual es triste, aunque no tanto como preguntarse si acaso dos personas pueden llegar a conocerse más allá de su composición molecular o de su estado civil.

Parker nunca llega a conocer si Berenice se hace ese tipo de preguntas. Berenice, en cambio, desde un principio, sospecha que Parker no solo se hace ese tipo de preguntas más veces de las que debiera, sino que se hunde en ellas, deja que lo habiten, lo cual le parece triste, desde un principio, aunque luego esa tristeza se torna lastimera y vira hacia el desprecio.

La fiesta de disfraces se realiza al aire libre, en los jardines del Fishbowl Club. Es una noche fría, cubierta de nubes.

Parker lleva un traje de Spider-Man que sus amigos tildan de obvio. A las amigas de Berenice, en cambio, les hace gracia. Parker aprovecha el instante de curiosidad que despierta su nombre para contar la historia que sus padres le contaron sobre su nombre. Parker sabe que a la gente le gustan las historias. Más aun, las historias que explican cosas, como si todo necesitara, o tuviera, un significado muy profundo. Lo que pasa es que a la gente le gusta sentirse conocedora de un secreto. Lo que pasa es que a la gente le gusta que le susurren los secretos al oído. Estas son cosas de las cuales Parker está muy convencido y que lo animan a contar la historia de su nombre en frente del grupo de chicas que acaba de conocer en una fiesta de disfraces, una noche fría, cubierta de nubes.

La historia de su nombre es tan exagerada que Parker no siente la necesidad de alterarla mucho para satisfacer la curiosidad de su audiencia. Salvo la traición de un personaje (una monja que ni siquiera es una monja, sino una señora muy religiosa a la que sus padres lo llevaron una vez, a los cinco años, para que le curara el susto pasándole un huevo por la frente), el resto de la trama se mantiene casi idéntico. La historia incluye un choque estrepitoso, un pueblo fantasma y el ataque de lo que sus padres aseguran se trataba de ardillas zombis. Parker no podría habérselo inventado.

La historia termina justo cuando el DJ hace una transición de Raspberry Cake, de The Goblin & The Opossum, a Zoom, de Madame Desjardins. Algunos salen a bailar. Otros dirigen la mirada hacia su bebida.

Parker aún no sabe a qué grupo pertenece. Berenice lo toma de la mano y lo lleva a la pista de baile.

Le dice que ha disfrutado mucho su historia, aunque sospecha que algunas partes se las ha inventado. Parker admite que lo de la monja es mentira. Algunas mentiras terminan siendo más honestas que la verdad, afirma Berenice. Si quieres saber con quién está mi lealtad, dame una mentira que pueda defender como verdad, recuerda Berenice que decía su padre. Parker asiente, aunque no entiende muy bien a qué. Siente la necesidad de asentir a las palabras de Berenice.

Intercambian correos y números de teléfono. Al volver con los demás, sin embargo, notan que sus grupos se han distanciado. Alguien dijo algo que no debió decir. Berenice se despide de prisa. Parker no la llama hasta muchos meses después.

Se demora tanto en llamarla por cobardía, es cierto, aunque no es el tipo de cobardía que implica miedo al rechazo. Tiene miedo al rechazo, es cierto, aunque no es el miedo al rechazo que se siente por falta de consideración hacia sí mismo, sino por culpa.

Hacia la medianoche, a insistencia de sus amigas, Berenice participa en el concurso de disfraces. Lleva el traje de piloto de Asuka Langley, de Evangelion. Lo ha confeccionado ella misma, con estricta atención al detalle. Apenas sube al escenario, los amigos de Parker la pifian. Berenice se avergüenza y abandona el concurso. Esto sucede mientras Parker está en el baño, pensando en una forma de convencer a sus amigos de dejar atrás su repentina enemistad con las amigas de Berenice. Más que una tregua, una derrota compartida. Cuando se entera de lo ocurrido, le resulta más fácil mandar a todos a la mierda. También es cierto que le sirve de excusa. Desde hace buen tiempo quiere sacárselos de encima. Son amigos del colegio que deberían haberse quedado en el colegio. Algunos se disculpan, sin embargo. Otros le recuerdan que alguien dijo algo que no debió decir y que Berenice pudo haber elegido el bando correcto. Uno de esos le recrimina su falta de solidaridad y lo tira al suelo de un empujón. Parker se incorpora rápido y le asesta un golpe que le hace perder el equilibrio. Varios se interponen para separarlos. Seguridad los echa a patadas. Ya en la calle, a unos cuantos metros, Asuka Langley sube al asiento del copiloto de un sedán rojo. Le sostiene la puerta un cretino con el cabello peinado hacia atrás que parece más de una década tarde para esa fiesta, donde la mayoría son estudiantes universitarios de primer o segundo ciclo. ¿Taxi?, pregunta uno de los choferes que esperan clientes en la puerta del Fishbowl Club. El que le ha recriminado la falta de solidaridad le hace una seña para que lo tome. Quizás es su hermano que ha venido a recogerla, se despide.

 

Casi una década más tarde, Parker se encuentra con el cretino del cabello peinado hacia atrás en el gimnasio. Como era de esperarse, el cretino se ha convertido en un abogado muy exitoso que vive en un penthouse cerca del centro financiero y se jacta de que su novia es una modelo de diecinueve años. Parker asume que sigue asistiendo a fiestas para las cuales está más de una década tarde. El cretino no tiene ni idea de quién es Parker, ni tampoco recuerda a Berenice disfrazada de Asuka. De hecho, cuando le cuenta con quién se ha acostado la noche anterior, la llama «la Berenice Chacón, la que tiene ese programucho en el cable».

El programa al que alude el cretino se llama La gaceta de medianoche. Es un programa de entrevistas de corte político, aunque Berenice consiente que el productor invite a una celebridad local cada cierto tiempo. Parker lo mira todas las noches, mientras pedalea en la elíptica. Luego toma un baño, cena algo ligero y deja un sándwich dentro del microondas o una ensalada en un táper. Berenice agradece el gesto mediante un post-it que pega en la puerta de la refrigeradora. Parker lo quita al día siguiente, mientras escucha a Berenice por la radio. Entre las seis y las ocho, Berenice se hace cargo de la conducción del noticiero matutino de Radio Libertad. Vuelve a casa más o menos a la misma hora en la que Parker sale a trabajar al ministerio. En ocasiones, coinciden en la puerta del ascensor y se desean un buen día, como si fueran dos amables vecinos.

Es bien fogosa la chola, insiste el cretino del cabello peinado hacia atrás. Parker se pregunta si podría noquearlo de un golpe a la mandíbula. Finge sonreír y apaga la caminadora.

Al día siguiente, presenta su carta de renuncia. Desde la ducha, como si no le importara demasiado, su jefa le pregunta si necesitan hablar al respecto. No quiere que Parker saque partido de su preocupación. Si el muy estúpido decide abrir la boca, podría meterla en problemas. Ya una vez le salió con lo de fugarse juntos. Yo soy una mujer casada, le tuvo que aclarar. Lo nuestro comienza y acaba en las cuatro paredes de un cuarto de hotel, no te confundas. También la culpa era suya por no haber cortado las cosas allí mismo. Puedo conseguir que te trasladen, propone. De paso, podemos aprovechar y cortar con esto, ¿qué piensas? Parker no le cuenta que ese era el motivo de su renuncia. Acepta el trato, aunque se acuesta con ella algún tiempo más.

El traslado de Parker incluye un ascenso y la posibilidad de trabajar fuera de la oficina sin fiscalización. Berenice insiste en celebrarlo durante las vacaciones. Le regala la entrada para un festival de música en Chicago donde se presentan algunas de las bandas favoritas de Parker. Una semana antes del viaje, sin embargo, se quiebra y le confiesa su infidelidad con el cretino del cabello peinado hacia atrás. Dice haberlo conocido en una de esas fiestas del canal a las que Parker nunca tiene ganas de ir, que estaba muy enfadada y se sentía sola, que entiende si él quiere cortar, pero ella no quiere que las cosas terminen de ese modo. Parker confirma entonces que ni siquiera Berenice recuerda que ya había conocido al cretino del cabello peinado hacia atrás en la noche de la fiesta de disfraces. Podría preguntárselo, pero sabe que no debe preguntar aquello sobre lo que teme una respuesta. Elige descartar que se tratara de otra Asuka. Le da mérito a su disfraz: en verdad, era el más elaborado. Si aquella noche no significó nada para los involucrados, piensa, quizás tampoco significa nada ahora. La abraza y le dice que no se preocupe, que ya encontrarán la forma de arreglar las cosas.

 

Aunque el nuevo trabajo de Parker es más demandante, la libertad que tiene para acomodar sus horarios le permite pasar más tiempo con Berenice. Poco a poco, recuperan la complicidad de los primeros años. Todo parece indicar que, en efecto, han encontrado la forma de arreglar las cosas.

Parker, sin embargo, vuelve a renunciar. Aunque, de nuevo, la renuncia está relacionada con su jefe, esta vez no implica deshacerse de culpas. El ministro Gordillo, con quien Parker trabaja directamente desde su traslado, anuncia que deja el cargo para poder postular a la presidencia en las próximas elecciones. Le ofrece a Parker un puesto muy inestable en su campaña con la promesa de ofrecerle un puesto fijo durante su gobierno.

Berenice no se toma muy bien la noticia. Acaban de pagar la primera cuota de un departamento con terraza en el undécimo piso de un edificio cerca del mar. Aun así, trata de mostrarle apoyo a Parker. Solo anota que Gordillo se promociona como un candidato de centro cuando Parker siempre ha dicho que el centro es solo la derecha con gafas y bigote. La gente cambia, rechaza Parker de prisa.

Esa noche, Berenice se pregunta cuánto tardará Parker en pedirle que entreviste a Gordillo. Parker solo tarda una semana.

La entrevista comienza muy bien, pero pronto vira hacia el desprecio. Berenice no soporta que Parker se haya convertido en el perro faldero de Gordillo. Lo observa detrás de cámaras, balbuceando las respuestas que ha escrito para las preguntas que Berenice aceptó adelantarle, orgulloso de que su candidato las repita de paporreta. Luego de la primera pausa comercial, Berenice se encarga de sepultar las aspiraciones presidenciales de Gordillo. Lo acribilla con las preguntas que Parker le había pedido evitar

Al final del programa, Berenice se encierra a llorar en su camerino. Parker duerme en un hotel esa noche. Al día siguiente, Gordillo lo despide. Parker y Berenice esperan hasta el fin de semana para discutir lo sucedido. Como era de esperarse, alguien dice algo que no debe.

Parker vuelve a casa de sus padres. A la semana, escribe un correo largo y sincero. Berenice se entusiasma al recibir la notificación. En el correo, Parker solo menciona el departamento con terraza en el undécimo piso cerca del mar. Le preocupa cómo se resolverá el pago. Le adelanta que no podrá pagar ese mes. Berenice responde, de forma escueta, que asumirá el pago completo en adelante. Parker escribe otro correo largo y sincero en el que menciona todo lo que Berenice esperaba del correo original, pero luego lo borra y más bien le escribe que no tiene problema con que se quede con el departamento, pero que trate de devolverle pronto los pagos que él ya ha realizado, pues necesita el dinero para reorganizar su vida. Berenice no tarda mucho en hacer la transferencia. No tiene el dinero, pero pide un préstamo para deshacerse de Parker.

 

Los años siguientes, Parker y Berenice pierden contacto. Parker se enamora de una veterinaria que muere de un aneurisma al mes de mudarse juntos. Berenice se casa con un chef que también tiene un programa de televisión. Gordillo postula al congreso con un partido de izquierda. El cretino del peinado hacia atrás estafa a la firma de abogados González & Olaechea. El amigo que le reclamó solidaridad a Parker se hace famoso con un canal de YouTube sobre teorías de la conspiración. Las amigas de Berenice salen embarazadas. Los jardines del Fishbowl Club se convierten en un supermercado.

Berenice se jubila a los sesenta y cinco. Pasa las mañanas con sus nietos. Mira series de detectives por las noches. Un día, su esposo le deja un post-it en la puerta de la refrigeradora para avisarle que ha salido temprano a caminar. Berenice piensa al instante en Parker. Se pregunta si él la hubiera despertado para salir a caminar juntos. Consigue su número de teléfono a través de amigos en común. Lo marca. En cuanto escucha su voz, cuelga. No es ese Parker al que busca.

Intenta recuperar al Parker que conoció (al que cree haber conocido) a través de fotografías y correos antiguos, pero pronto comprende que ya solo existe en su memoria. Trata de escribir lo que recuerda de él. Comienza como una descripción, aunque luego se convierte en un pequeño cuento sobre cómo se conocieron aquella lejana noche de la fiesta de disfraces. Lo imprime. Detesta lo que ha escrito. Lo intenta de nuevo. Lo vuelve a detestar. Su esposo aún no regresa. O ha regresado y Berenice no se ha dado cuenta. Es mejor que aún no regrese, piensa.

Escribe sobre Parker por última vez. Le toma meses. Disfruta escribir la historia, aunque casi toda se la ha inventado.

Es una historia de ciencia ficción. Los protagonistas son Parker y Berenice. Es cierto que hay un personaje llamado Harrington cuya misión es evitar el fin del mundo, pero se trata solo de una excusa para que Parker y Berenice, de algún modo u otro, se conozcan, se enamoren, obtengan lo que nos prometieron las comedias románticas de Margo Kelly. Como era de esperarse, el fin del mundo ocurre cuando Parker y Berenice terminan. Harrington viaja en el tiempo para evitarlo, pero fracasa en todas las ocasiones. Al final, les revela a los protagonistas que, tarde o temprano, sus destinos habrán de separarse, de forma estrepitosa. Parker y Berenice, aun así, lo intentan. Sus destinos, tarde o temprano, se separan de forma estrepitosa.

El mundo se acaba mientras me avisas que dejas tu copia de las llaves sobre la mesa del comedor. Los objetos y los animales pierden su consistencia hasta convertirse en una sustancia viscosa que arde y se evapora. Parker y Berenice se buscan de forma desesperada esa última noche. Se encuentran en medio de la nada. Alcanzan a susurrarse un secreto al oído antes de derretirse como muñecos de cera. Intento escuchar qué dicen, pero haces demasiado ruido al arrastrar las maletas y cerrar la puerta tras de ti.

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Las falsificaciones, una serie de réplicas desvergonzadas de GIANCARLO POMA.

Gracias por viajar con CARAVANA.

¡Nos vemos en la ruta!

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